Curso para gerentes: Aprende a dirigir

Un modelo que perdura

La Dirección por objetivos se fundamenta en establecer las áreas críticas de la organización para de este modo marcar objetivos y valorar sus posibles resultados. Se tienen presente aspectos como el posicionamiento en el mercado, la innovación, la productividad, la rentabilidad o bien el desempeño de los trabajadores, entre otros muchos.

Se trata de superar el viejo paradigma taylorista de la Dirección por labores, buscando que los profesionales traten de lograr resultados, con el punto de atención puesto en los objetivos estratégicos y operativos de su área funcional.

Si bien parece que fue un sistema válido para potenciar los resultados de las organizaciones, se ha probado que presenta distintos inconvenientes, hasta el punto de que hoy día, si bien sigue implantado en ciertas empresas, ha sido reemplazado por otros paradigmas, como la dirección por valores.

Ahora bien, ¿cuál es su inconveniente? ¿Por qué razón ha pasado de ser un modelo de administración válido a un sistema injuriado por muchas organizaciones?

Competitividad no competitiva

Primeramente, este modelo, que trata de acrecentar el desempeño de las personas, lleva, con el tiempo a crear, en el equipo de trabajo, una competitividad mal entendida entre los profesionales. Se ha demostrado que termina promoviendo un ambiente laboral pobre y unas malas relaciones interpersonales en el equipo.

Es más, puesto que se produce una cierta competitividad entre equipos de trabajo, termina por hacer incongruentes los valores organizacionales y motivando comportamientos contrarios a la cultura de la compañía. Si los objetivos son la única meta de la organización y no se tiene presente la forma de de qué manera hay que conseguirlos, existe el riesgo de crear una nueva cultura, basada solamente en resultados. Recordemos que, con el tiempo, esta es una malísima inversión.

Objetivos cualitativos

La forma de lograr darle la vuelta a las ineficiencias de este modelo es marcarse objetivos cualitativos, aparte de cuantitativos. De esta manera, podemos hallar indicadores de administración basados en procesos y procedimientos. Si medimos los comportamientos de nuestros cooperadores, en base, a una evaluación del desempeño, nos aseguramos concordancia con los valores de la organización.

Objetivos realistas

Para finalizar, un aspecto que puede ser muy beneficioso en la dirección por objetivos es marcarse unas metas realistas y estructuradas. De esta manera, forman un factor motivador para los profesionales y no un factor de disputa en la organización.

En suma, la dirección por objetivos, actualmente, ha dado sitio, a conflictos en la administración empresarial, que promueve una competitividad poco rentable y unos valores poco éticos. Si queremos conseguir objetivos a largo plazo, es preciso buscar metas realistas y cualitativas, alineadas con los valores de la compañía.

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